Había una vez en el
desierto del Sáhara un gran oasis rodeado de vegetación y grandes
palmeras. En los alrededores vivían gran cantidad de animales
diferentes, que convivían en paz comiendo vegetales y bebiendo el
agua fresca del oasis en el cálido desierto. Había dromedarios,
camellos, antílopes, lagartos y serpientes variadas. También había,
no muy lejos de allí, un pequeño oasis donde vivía una manada de
hienas, y en la dirección contraria otro pequeño oasis donde vivía
una manada de leopardos.
Habían pasado varios años de sequía
y tanto el oasis de las hienas como el de los leopardos se habían
ido secando y ya no quedaba agua para beber, así que empezaron a
bajar a beber hasta el gran oasis. Al llegar allí, todos los
animales tenían que salir corriendo a esconderse hasta que las
hienas o los leopardos hubiesen acabado de beber, porque sino, se los
podían comer! Había otros días en que coincidían las hienas con
los leopardos y entonces había luchas, peleas y batallas entre todos
ellos.
Toda esta situación hacía que la comunidad de
animales del gran oasis tuviera que estar siempre pendientes de la
llegada de alguna de las dos manadas, y se pasaban el día vigilando,
nerviosos y angustiados. Pensando que ya no podían seguir así, se
reunió el Consejo del oasis para debatir y ver qué podían hacer.
Estaban reunidos un dromedario, que era el jefe del consejo,
el antílope y la serpiente.
- Ya no podemos más!! Hay que
buscar una solución!!, dijo el antílope. Ya estoy cansado de correr
a todas horas!!
- Tengo una idea, dijo la serpiente. Viendo que es
imposible que seamos todos amigos y nos llevemos bien, al menos
podríamos proponerles hacer turnos para beber en el oasis.
-
Buena idea!! exclamó el dromedario. Podríamos aprovechar la gran
palmera para que haga de reloj solar y hacemos tres marcas en el
suelo, y cuando la sombra esté en cada marca será la hora de beber
de cada manada. Iré a proponérselo a los leopardos.
Para
que no se lo comiesen, el dromedario se ató un pañuelo blanco al
cuello en forma de bandera blanca y se fue a ver a los leopardos.
- Vengo en son de paz con la bandera blanca!! Sólo quiero hablar
con vuestro jefe!!, gritó desde lejos
Al llegar le llevaron
ante el jefe leopardo y les explicó que ya no podían seguir
viviendo así y que podrían hacer turnos para beber en el gran
oasis. A los leopardos les pareció bien, así que el dromedario se
fue a visitar a la manada de las hienas.
Las hienas son más
malvadas y no hicieron caso de la bandera blanca y le rodearon para
intentar comerse al dromedario, pero en ese instante apareció toda
la manada de leopardos y les pegaron una buena paliza.
- Eso no
se hace, hay que respetar siempre la bandera blanca, dijeron los
leopardos a las hienas. A partir de este momento vamos a hacer turnos
para beber en el gran oasis. Y el día que no respetéis vuestro
turno, os vais a enterar!!
Desde ese día, viven todos en paz:
los leopardos, las hienas y la comunidad de animales del gran oasis.
Siempre respetando los turnos. Siempre existe alguna solución para
mejorar la convivencia entre animales y personas
diferentes.
FIN
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