Friday, March 22, 2013

Gigantoman y Miniman van a la feria

Se acercaban ya las vacaciones de pascua y acababan de montar la feria en la ciudad. Era un sábado por la tarde y Gigantoman y Miniman decidieron dar un paseo por el parque de atracciones. 

Mientras se acercaban podían escuchar la música y el jolgorio a lo lejos de la feria repleta de gente. Se veía la noria llegando hasta el cielo. Al llegar pasaron por los puestos de churros, el tiovivo con los caballitos, y al llegar a la noria pensaron que sería bonito ver la ciudad desde allí arriba.
- Me da miedo subir tan alto, dijo Gigantoman
- Cómo puedes tener miedo tú que eres tan grande!? dijo Miniman. Ya verás que no pasa nada

Una vez dentro de la cabina empezaron a subir y se les pasó todo el miedo cuando vieron lo bonita que es la ciudad desde lo alto. Podían ver el iluminado el castillo de la ciudad, el puerto con los barcos, y todas las luces de las casas y calles, pues ya empezaba a anochecer.

Al bajar de la noria pasaron por el palacio de los espejos y les hizo gracia así que entraron. Al llegar a la primera sala se empezaron a reir a carcajadas uno del otro.
- Mira Miniman!! Si pareces Gordoman en ese espejo!! Jajaja!! se reía Gigantoman
- Anda que tú, soltó Miniman, tú pareces un palilloman tan flaco!! Jajaja!!

En la siguiente sala de espejos había un letrero en la entrada que decía: "Sala de los espejos mágicos de oriente". Al entrar, Miniman se miraba estupefacto en uno de los espejos. Estaba vestido con un traje ninja precioso de color negro y armado con estrellas ninja. Gigantoman también estaba alucinado, viéndose vestido con un trae nija blanco con su espada a la espalda. Miniman empezó a acercarse incrédulo al espejo y sintió como le estiraba hacia dentro. Empezó a atravesarlo y gritó:
- Gigantoman, ven conmigo, ayúdame!!
y se fue tras él atravesando el espejo.

De repente se encontraron en un bosque extraño y desconocido. Empezaron a caminar por un sendero y de repente encontraron el Palacio del Dragón. Era enorme e impresionante. Se preguntaron si estaría allí el Maestro ShiFu, que enseñó al oso Panda a ser el Guerrero del Dragón.

En el Palacio encontraron al Maestro que les enseñó artes marciales para ser unos perfectos guerreros ninja. Al finalizar su entrenamiento les dijo:
- Lo habéis hecho muy bien y ya estáis preparados para hacer el bien en vuestra ciudad y defenderla del mal con vuestra sabiduría ninja. Seguid a este halcón que os guiará hasta el árbol del bosque donde está la puerta mágica que os devolverá al lugar de donde venís.

Gigantoman y Miniman se despidieron del Maestro y siguiendo al halcón encontraron el árbol en el que había un agujero que atravesaron apareciendo en la sala de los espejos de donde venían.
- Ya estamos preparados para ser unos superhéroes ninja y defender a nuestra cuidad de los malvados!! exclamaron al unísono.

Y así empezó la leyenda de los dos grandes superhéroes bondadosos Miniman y Gigantoman Ninja.

FIN

Monday, March 18, 2013

Los tres amigos del océano

Había una vez en el océano una pandilla de 3 peces que eran muy buenos amiguetes. Uno de ellos era un delfín llamado Joey, otro era un caballito de mar llamado Simón y el tercero era un tiburón martillo llamado Hammershark. 

Les encantaba jugar nadando entre los barcos piratas hundidos. Se metían dentro de la bodega, entrando y saliendo por ventanas y escotillas, jugando entre los cañones al escondite, al pilla-pilla, y a todos los juegos imaginables, aunque sabían que sus padres no les dejaban jugar en sitios peligrosos o desconocidos así que nunca se alejaban mucho.

Un día, Hammershark tenía muchos deberes y por la tarde se quedó en casa estudiando, así que se fueron a jugar Joey y Simón. Ese día, que estaban ellos dos solos y eran más aventureros que Hammershark, se fueron más allá del barco pirata y se adentraron en sitios desconocidos. Para ir más rápido Simón se cogía muchas veces con su cola retorcida a alguna aleta de Simón, que nadaba muy veloz. Al rato encontraron una cueva, en la que se podía ver una tenue luz al fondo. Se miraron mutuamente y pensaron: "no nos puede pasar nada malo yendo los dos juntos!" así que nadaron lentamente dentro de la cueva submarina hacia la luz.

Al llegar al final, vieron que la luz era debida al reflejo de un gran tesoro con diamantes, monedas y armas, entre los que había un baúl cerrado. Joey pensó que con su nariz podría abrir el baúl y empezó a golpearlo. Con las vibraciones y los golpes, se empezaron a tambalear las paredes y oyeron un gran estruendo en la entrada de la cueva. Fueron nadando rápidamente y se encontraron que una piedra enorme había taponado la entrada y no podían salir.
- Tal vez podríamos excavar un pequeño agujero para que salga yo que soy más pequeño e iré a buscar a Hammershark, quien seguro nos podrá ayudar. Dijo Simón.
- Tienes razón, asintió Joey mientras corría a buscar una lanza y una espada que había visto junto al tesoro.

Empezaron a excavar hasta que vieron un pequeño rayo de luz y Simón se pudo colar por la rendija. Nadó todo lo rápido que pudo, que no era mucho, ya que los caballitos de mar solo tienen dos pequeñas aletas y en cuanto llegó a casa de Hammershark toco en la persiana de su cuarto y le contó lo sucedido. Hammershark le dijo a su mamá que ya había acabado los deberes y pidió permiso para salir a jugar un ratito antes de cenar.

Hammershark y Simón fueron corriendo a ayudar a Joey sin decir nada a sus padres. Hammershark empezó a golpear la gran piedra que bloqueaba la entrada con fuerza pero solo conseguía hacer pequeñas hendiduras. Pensó que era el momento de poner en práctica sus poderes de Invizimal y poniendo toda su energía dió el golpe final, que consiguió romper la piedra.

Joey salió contento y abrazó a sus dos amigos y se fueron nadando los tres hacia casa prometiéndose que no volverían a adentrarse en lo desconocido ni meterse en sitios peligrosos.

Sunday, March 17, 2013

Hienas y leopardos

Había una vez en el desierto del Sáhara un gran oasis rodeado de vegetación y grandes palmeras. En los alrededores vivían gran cantidad de animales diferentes, que convivían en paz comiendo vegetales y bebiendo el agua fresca del oasis en el cálido desierto. Había dromedarios, camellos, antílopes, lagartos y serpientes variadas. También había, no muy lejos de allí, un pequeño oasis donde vivía una manada de hienas, y en la dirección contraria otro pequeño oasis donde vivía una manada de leopardos.

Habían pasado varios años de sequía y tanto el oasis de las hienas como el de los leopardos se habían ido secando y ya no quedaba agua para beber, así que empezaron a bajar a beber hasta el gran oasis. Al llegar allí, todos los animales tenían que salir corriendo a esconderse hasta que las hienas o los leopardos hubiesen acabado de beber, porque sino, se los podían comer! Había otros días en que coincidían las hienas con los leopardos y entonces había luchas, peleas y batallas entre todos ellos.

Toda esta situación hacía que la comunidad de animales del gran oasis tuviera que estar siempre pendientes de la llegada de alguna de las dos manadas, y se pasaban el día vigilando, nerviosos y angustiados. Pensando que ya no podían seguir así, se reunió el Consejo del oasis para debatir y ver qué podían hacer.

Estaban reunidos un dromedario, que era el jefe del consejo, el antílope y la serpiente.

- Ya no podemos más!! Hay que buscar una solución!!, dijo el antílope. Ya estoy cansado de correr a todas horas!!
- Tengo una idea, dijo la serpiente. Viendo que es imposible que seamos todos amigos y nos llevemos bien, al menos podríamos proponerles hacer turnos para beber en el oasis.
-  Buena idea!! exclamó el dromedario. Podríamos aprovechar la gran palmera para que haga de reloj solar y hacemos tres marcas en el suelo, y cuando la sombra esté en cada marca será la hora de beber de cada manada. Iré a proponérselo a los leopardos.

Para que no se lo comiesen, el dromedario se ató un pañuelo blanco al cuello en forma de bandera blanca y se fue a ver a los leopardos. 
- Vengo en son de paz con la bandera blanca!! Sólo quiero hablar con vuestro jefe!!, gritó desde lejos

Al llegar le llevaron ante el jefe leopardo y les explicó que ya no podían seguir viviendo así y que podrían hacer turnos para beber en el gran oasis. A los leopardos les pareció bien, así que el dromedario se fue a visitar a la manada de las hienas.

Las hienas son más malvadas y no hicieron caso de la bandera blanca y le rodearon para intentar comerse al dromedario, pero en ese instante apareció toda la manada de leopardos y les pegaron una buena paliza.
- Eso no se hace, hay que respetar siempre la bandera blanca, dijeron los leopardos a las hienas. A partir de este momento vamos a hacer turnos para beber en el gran oasis. Y el día que no respetéis vuestro turno, os vais a enterar!!

Desde ese día, viven todos en paz: los leopardos, las hienas y la comunidad de animales del gran oasis. Siempre respetando los turnos. Siempre existe alguna solución para mejorar la convivencia entre animales y personas diferentes.

FIN

Saturday, March 16, 2013

El Hamster Ninja

Había una vez un pequeño hamster que vivía encerrado en una jaula. Vivía con una familia que le quería mucho y le cuidaba muy bien, pero no lo suficiente, según él, porque lo que querría es ser libre.

Al pequeño hamster no le gustaba estar corriendo y corriendo todo el día en la ruedecilla dando vueltas. A él le gustaría poder pasear y correr por la casa y por el campo, así que se pasaba el día pensando cómo escapar de su jaula. Un día mientras los niños miraban la televisión vio una serie de dibujos animados en el que salían unas tortugas ninja que hacían saltos y piruetas fantásticas, luchaban contra los malos y se escapaban de los encierros más complicados. Ese día decidió que quería ser un Hamster Ninja.

El gato Pérez era un gran amigo suyo y tenían largas conversaciones aunque no podían jugar porque él estaba encerrado. Era el gato de la casa, y la familia también le querían mucho, pero a él sí que le dejaban corretear libre por la casa y por el jardín.

Días después de haber tomado la decisión más importante de su vida, le dijo al gato:
- Señor Pérez, he tenido una idea.
- Qué se le ha ocurrido esta vez, señor hamster?, le contestó el gato
- Se me ha ocurrido que quiero ser un hamster ninja. Hoy se han olvidado el ordenador encima de la mesita aquí al lado y quería pedirte ayuda para buscar una cosilla por internet.
- Dime qué quieres que haga, le contestó Pérez, con cara de pensar que este hamster está chalado
- Dale al botón grande y después le das con la zarpa al ratón (je,je) en ese botón de un zorro naranja que se come la bola azul (para los que prefieran pueden cambiarlo por ese botón con una "e" azul...). Luego escribe "ninja".
- y eso como se escribe?? Dijo el gato, que no sabía escribir.
- pues le das con la zarpa a ese botón con un símbolo así "N" y le hizo el gesto con sus patitas en el aire para que el gato viera como era cada una de las letras.

Después de ver los resultados de google, vio que había una web de un pinguino ninja, así que decidió hablar con él por internet.
- Hola gran maestro ninja pinguino, tengo un problema y creo que me podrías ayudar.
- Dime querido amigo hamster, le contestó el maestro
- Me gustaría convertirme en hamster ninja y poder salir de la jaula en la que estoy encerrado.
- Te voy a enseñar a hacer la gran patada ninja voladora giratoria. Tienes que ponerte a correr en la rueda de tu jaula a supervelocidad. Cuando ya no puedas correr más rápido, te sueltas hacia la puerta y pones una de tus patitas hacia delante y gritas "Yijaaa!!!!" y ya verás lo que sucede.

Esa misma noche, el hamster que quería ser ninja decidió poner en práctica las enseñanzas recibidas por el gran maestro ninja pinguino, y se puso a correr con todas sus fuerzas en la rueda de la jaula. Cuando ya no pudo más se soltó y gritó "Yijaaaa!!!" mientras volaba con su patita hacia delante dando la gran patada voladora ninja y atravesaba los barrotes de la puerta partiéndolos en trocitos.
- Soy libre!!!! Por fin!!! gritó abrazando a su amigo el gato Pérez.

Se fué corriendo al jardín y estuvo correteando y saltando un buen rato pero después notó que echaba algo de menos. Volvió a la casa y se quedó dormido junto a su jaula porque estaba muy cansado.

A la mañana siguiente, se despertaron los niños y vieron la puerta destrozada pero al hamster durmiendo junto a ella:
- Pobre hamster, tal vez deberíamos dejarle la puerta abierta para que pueda entrar y salir de la jaula cuando quiera.

Y a partir de ese día fueron un miembro más en la familia feliz ... 


FIN